El último contacto del ARA San Juan tuvo lugar el 15 de noviembre a las siete de la mañana. Desde entonces, poco se sabe de lo que sucedió con el todavía desaparecido submarino y sus 44 tripulantes. 

Mientras que el Gobierno ultima los detalles para la contratación de la empresa encargada de encontrar a la nave, se conoció información sobre las indignantes condiciones en las que zarpó la tripulación. Alimentos vencidos y oxígeno insuficiente.

Según reveló la abogada querellante, Valeria Carrera, las raciones de alimentos de emergencia eran insuficientes. “Tenía 240 unidades de conserva mixta ración de emergencia en paquete termosellado de sabores varios”, se precisó. La comida debía durar siete días, pero alcanzaba sólo para 34 tripulantes, diez personas menos de las que estaban a bordo al momento de la desaparición.

Lo mismo sucedió con las bebidas energizantes –marca Gatorade-, las barras de cereal de dulce de leche y los chocolates, marca Águila. “Alcanzaban para tan sólo treinta y cuatro tripulantes, diez menos que la dotación desaparecida”.

La información se suma a la serie de reclamos que el comandante del submarino, Pedro Martín Fernández, realizó meses antes de la desaparición. Además de alertar sobre el estado del casco del navío, indicó la necesidad de incorporar alimentos enlatados para misiones largas, que el pan sea lactal para evitar que se ponga el mal estado y que muchas veces fue la propia tripulación la que debió comprarse su comida porque no fue suministrada por la Armada.

Fernández, a su vez, sugirió que los alimentos para las misiones no requieran una cocción con agua hervida –como los fideos o arroz- dado que “ponen en riesgo la seguridad del personal de la cocina ante la maniobra de la Unidad”.